“Tengo presente a mis antepasados quienes me ofrecieron sus nombres para que mis pies comenzaran su trayecto y cuido que mi par de piernas sean fuertes para que se apoyen en ellas los pasos de quienes de mí nacieron”. Jorge Luis Borges

La historia de los pueblos es la suma de muchas historias pequeñas. La historia de una familia es un delgado hilo que atraviesa de lado a lado el tejido de la historia. En cierto modo una familia es una imagen representativa de esa historia mayor que los individuos nunca pensaron estar escribiendo poco a poco con sus vidas. Este trabajo de investigación, comenzó por saber cuál fue mi verdadero apellido, conocer su origen. Pero lo más importante fue saber si tenía familiares. Como cualquier persona que vive en Argentina, en la que casi todos sus integrantes tienen un abuelo o bisabuelo inmigrante, la búsqueda de mis raíces familiares no siempre fue tarea fácil. Muchas veces tuve que cruzar fronteras para desenterrarlas, las trabas se hicieron cada vez más grandes. Mi árbol genealógico quedará diferenciado del bosque de datos que pude obtener y las raíces verán la luz después de muchos años de estar bajo un manto de olvido. Lo primero que supe es que investigar los datos de mis ancestros sería una ardua tarea. Tendría que navegar por mares desconocidos. Muchas veces pensé que el camino era el equivocado, volví al punto de partida. Comencé a indagar la misma ruta o me desvié por otros senderos, pero imprevistamente llegué a buen puerto.
Empecé a investigar. Pero como sucede en la mayoría de los casos, no lo hice con los datos que nuestros familiares más cercanos pudieron facilitarnos, porque no tenía familiares, en esa etapa de la investigación tuve que manejarme con la limitada información que aporta un solo documento que pude encontrar: el acta de nacimiento de mi padre, ese fue mi punto de partida. Pasó mucho tiempo para que la idea de realizar una genealogía de mi familia tomara forma, este proceso aun continúa. Los datos que conseguí, son parciales, aunque ahora tengo una visión global de la que fue mi familia. Poco a poco fui pegando los parches del pasado, puntada a puntada. A pesar de la cantidad de información que encontré, hay más que debo encontrar. De muchas personas no sé más que sus nombres, en ocasiones una fecha y un lugar de nacimiento o muerte. En ocasiones no tengo ni nombre, ni fechas, ni lugares. Pero lo que sé que esa persona desconocida existió. Pero por la vida que llevaron, queda tan sólo como un ejercicio de la imaginación. De algunos sé un poco, gracias a los archivos que guardan información sobre ellos, o a las historias que circulan en la familia, ahora sí puedo decir que tengo una familia biológica a la que pertenezco. Los ancestros que encontré, despiertan mi curiosidad, la familia que vivió hace mucho y de la cual no sé absolutamente nada, en muchos casos ni siquiera en donde vivieron, hacen que siga en la búsqueda no sólo de documentos, sino también de sus historias de vida, que son las que más me atrapan. El por qué de muchos hechos familiares, que ahora conozco, que dieron como resultado mi desconocimiento de la existencia de una familia biológica. Mis preguntas iniciales fueron ¿mi apellido será el original de la familia? ¿tendré familiares? ¿cómo hago para empezar este camino?
La tecnología actual jugó un rol importante en esta búsqueda. Pude recorrer páginas por Internet, que me dieron las primeras armas para iniciar mi trabajo. Consideré que era importante para mi aprendizaje, formar parte de grupos de genealogía, es por eso que me suscribí a dos de ellos. Allí me fui formando, y realizando mi aprendizaje genealógico. Formar parte de estos grupos me permitió conocer personas, algunas me ayudaron muchísimo, me dieron consejos que orientaron mi investigación. Pero como en todo grupo no todos los integrantes son iguales, no todos tienen un pensamiento solidario, pueden saber mucho, tener los medios y la facilidad para realizar una investigación, pero no aportan, a pesar que se les pida ayuda. Esto es muy común en los grupos numerosos, donde las personalidades son tan distintas. No guardo rencor a estas personas, allá ellos con su conciencia, pero a mi me enseñan más de lo que creen. En muchas ocasiones hice preguntas a esos foros pidiendo ayuda, consultando por diversos temas que fueron surgiendo en mi investigación, obtuve como respuesta el silencio. Reconozco que me sentí discriminada. Y me preguntaba el por qué de ese silencio a mis preguntas, pero no supe nunca el motivo.
Por último y creo lo más valioso de estos grupos, es el conocer personas, con una gran calidez humana, donde nos ayudamos mutuamente; con el tiempo se convierten en grandes amigos, más allá de la genealogía.
Si no fuera por mi primo Néstor, quien iluminó los rincones sombríos de mi pasado, y por fotografías ¿cómo podría contar esta historia? Tendría que forjarla con la imaginación, sin otro material que los hilos evasivos de muchas vidas ajenas y algunos recuerdos. La memoria es ficción. Seleccionamos lo más brillante y lo más oscuro, ignorando lo que nos avergüenza, y así bordamos el ancho tapiz de nuestra vida.
Con las fotos y la palabra escrita intento atrapar los momentos antes de que se desvanezcan, despejar la confusión de mi pasado. Cada instante desaparece de un soplo y al punto se convierte en pasado, la realidad es efímera, puro recuerdo. Las fotos y estas páginas me permiten mantener vivos los recuerdos; ellas prueban que estos hechos sucedieron y estos personajes existieron. Gracias a ellas puedo resucitar a los eslabones de la larga cadena de mi familia, todos de sangre mezclada y ardiente.
Escribo para definir mi identidad, crear mi propia leyenda. Al final lo único que tenemos completo es la memoria que hemos tejido. Cada uno escoge el tono para contar su propia historia.