GENEALOGIA FAMILIAR

“Si nuestros antecesores volviesen a la vida de cuantas cosas se admirarían, pero de cuantas, también, no tendrían que ruborizarse”. JOSE ANTONIO WILDE (1881)

Comencé el trabajo.
Me sentí como un pintor, cuando se encuentra frente a su tela para iniciar su obra de arte, esa sensación de plasmar su idea en la tela, fue la incertidumbre que sentí cuando inicié la investigación.
Sólo tenía entre mis manos un documento, la partida de nacimiento de mi padre y sólo con eso debía comenzar. No tenía a mi lado alguien que me diera una foto, que me hablara de mi familia. Estaba sola.
En ese documento estaba el nombre y fecha de nacimiento de mi padre y el resto nombres , apellidos que no tenían ningún significado.













En este momento sería necesario explicar el porque de toda mi incertidumbre.
Desde muy chica, crecí con la intriga de por qué mi apellido era distinto al de mi padre.
Sistemáticamente le preguntaba:
“¿Por qué tu apellido es distinto al mío? ¿por qué en tus documentos figura un apellido y en los míos otro?”.
Su respuesta siempre fue la misma:
“Porque mi apellido está equivocado, el verdadero apellido es el tuyo”.
A partir de esta respuesta era como si una pared, se levantara entre los dos, y no hablaba una sola palabra más.
Lo único que a veces dijo fue que tenía hermanos, pero sin profundizar en el tema. Mi madre tampoco dijo nada. Ambos guardaron silencio. Ahora después de tanto tiempo me pregunto si mi madre sabría la verdad. Nunca lo sabré.
Mis preguntas, además del apellido, se referían por qué siempre íbamos a San Miguel del Monte a quedarnos días en casa de una familia. Allí vivían dos señoras mayores, creí que
una de ellas fue la madre de mi padre. Cuando crecí me di cuenta, que no era así.
Otra vez comencé con mis interrogatorios. Sus respuestas fueron cortas y concisas, allí me enteré de una pequeña parte de su historia de vida.
Mi padre fue entregado a esa familia para su crianza cuando tenía 6 años aproximadamente,nunca me dijo el motivo, a partir de ese momento dejó de ver a sus padres y hermanos. Una sola vez me dijo:
“Somos muchos hermanos, tengo una hermana que es 20 años mayor que yo. En Monte viven dos de ellos Basilio y Braulio, pero nunca los veo”
Nunca conocí el nombre de los otros hermanos.
Mis dudas fueron muchas: Íbamos a Monte muchas veces, nunca conocí a los hermanos que vivían allí, ni él los fue a visitar.
Pasaron los años, nunca pude lograr, ya sea de mi padre como de mi madre, más información sobre mi familia paterna.
No existía ni una foto de mis abuelos paternos, ni de sus hermanos, nada.
Al final me conformé
Así como esta familia lo crió con cariño, y le dio una educación, él la adoptó como su verdadera familia.
Siendo mayor dejó de usar su apellido, le agrego una letra, y fue otra persona.
Cuando tuve conciencia de todos estos acontecimientos comencé a indagar los motivos del cambio de apellido, él tenía en su documento un apellido y figuraba en todos lados y firmaba con otro apellido, su respuesta, fue siempre la misma: “Este es mi verdadero apellido. El otro está equivocado”.







Cuando uno es joven, deja las cosas allí, ahora me arrepiento de no haber tenido la fuerza suficiente para voltear el muro de su silencio y saber más de su historia de vida. Ahora ya es tarde.
Lo que hicimos ya no lo podemos deshacer, lo más importante es aprender del pasado, para aprender a jugar en el presente, y así en futuro movernos con mayor libertad.
A pesar de todos estos inconvenientes, comencé el trabajo, sabía que sería arduo, pero no me di por vencida.
Aparte de conocer mi origen, otro de mis interrogantes fue saber si tenía familia biológica.
Sabía que no iba a encontrar tíos, pero si primos.
Para saber como encarar esta investigación leí paginas de Internet que me enseñaron los caminos a seguir.
Inicié mi búsqueda en Italia, ya que los apellidos me guiaron a ese país, dadas las fechas de búsqueda, envié mis cartas a parroquias. Escribí infinidad de cartas a las comunas de Italia en donde se encuentra el apellido, tuve respuesta de la mayoría, pero en todos los casos, siempre fue con resultado negativo. Fue en ese momento en que me di cuenta que debería empezar a buscar en mi país.
Me propuse buscar familiares.
Gracias a compañeros de lista que me enseñaron, busqué en el padrón electoral del país, pero me centré exclusivamente en la provincia de Buenos Aires, no se por qué. Pensé que esta provincia sería el punto de partida para la búsqueda en el resto del país.
Encontré personas con el apellido buscado. Envié muchísimas cartas.
También conseguí direcciones de mail de personas con el mismo apellido. Comencé a enviar mensajes. De todos los mail enviados sólo una persona respondió, comenzamos una relación de amistad, a pesar de no tener ninguna línea familiar en común.
Ya habían pasado dos años de trabajo, y no tenía ningún resultado. Mis esperanzas de encontrar algo cada vez se hacían más lejanas.
De todos los envíos que hice sólo me contestó una persona, que según confesó, a medida que iba leyendo mi carta, reconoció en ella a su familia, y si, esta persona resultó ser primo. Hijo de un hermano de mi padre.
Cuando leí su respuesta, debo confesar, me emocioné hasta las lágrimas, por fin un logro, por fin conocer a alguien de mi familia, de mi sangre.
Comenzamos a intercambiar mails, diariamente, yo preguntando , él respondiendo. En uno de esos mail, me dijo que él no conocía a mi padre, que nunca tuvo conocimiento de su existencia.
Me llamó mucho la atención. Pero no pregunté más. Noté en varios momentos que es como que no quería recordar el pasado, lo hacia con el sólo fin de ayudarme.
Decidimos encontrarnos, conocernos. Es así que fijamos un día de encuentro. Fue algo inexplicable para mi. Conocer a alguien de mi familia, sentí orgullo, pues una de mis metas se había cumplido.
Comencé a tener una vaga idea de mi familia. Pero de pronto me encontré con otro muro, cuando indagaba más en profundidad, surgía una frase “NO RECUERDO, ERA MUY CHICO”. Le pedí fotos de la familia, de tíos, primos, su respuesta fue :”no tengo ninguna foto”.
No obstante esta dificultad pude organizar un primer esbozo de mi familia.
Este primo encontrado me comentó, que había otra prima, mucho mayor, que hacía muchos años que no sabía nada de ella. Me dio nombre , apellido y su lugar de residencia, también el nombre de su marido. Con ese dato volví al padrón electoral , comencé su búsqueda, hasta que los encontré.
Envié una carta por correo postal, explicando todo lo necesario para que me identificara y mis datos para que pudiera contactarse conmigo. Pasó mucho tiempo sin obtener respuesta, por lo que decidí, buscar su número telefónico.
Llamé a su casa y me atendió uno de sus hijos, me presenté, y le expliqué los motivos de mi llamada. Me sentí como si estuviera hablando con alguien importante, que debía pasar muchos filtros, antes de llegar a ella.
Como había quedado volví a llamar al día siguiente, atendió nuevamente el hijo, me dijo que le dejara mi número de teléfono, que mi prima me llamaría en cuanto pudiera.
Pasó un mes un tuve ninguna noticia.
Una tarde recibí su llamado.
Me emocionó escucharla, pero a medida que hablábamos noté en ella, cierta frialdad, como si quisiera poner distancia entra las dos. No tuve necesidad de realizar ninguna pregunta sobre la familia, ella sola me dio algunos datos, casi nada en realidad, pero fue fundamental: Que la abuela había tenido una pareja previo a su matrimonio con el abuelo. Cuando comencé a interrogarla sobre este hecho, en forma cortante, me dijo que no sabia nada más, y muy atentamente pero con una frialdad extraordinaria dio por finalizada la conversación .
A partir de ese momento mi confusión con respecto a la familia aumentó, algunas cosas no coincidían con respecto a lo que me había comentado mi primo.
Pasado cierto tiempo la volví a llamar, la conversación giró sobre su familia, mi familia, así supe que su mamá, aún vive, que vive con ella, tiene 96 años y que estaba lúcida.
Le sugerí si podía preguntarle sobre nuestros abuelos, si sabía porque lo habían entregado a mi papá, ya que ella aparte de haberse casado con un hermano de mi papá, vivió siempre en San Miguel del Monte, el mismo pueblo en que mi papá fue criado. Su respuesta me dejo muy confundida:
“No voy a molestar a mi mamá con cosas del pasado”. Y como la vez anterior dio por finalizada la conversación.
Con mi primo seguimos en contacto pero más espaciado. Con mi prima decidí dejar pasar un tiempo y en lugar de comunicarme telefónicamente, opté por escribirle una carta, no respondió rápidamente, pasaron casi dos meses, antes de recibir su respuesta. No dijo nada nuevo, pero lo más importante fue su mensaje:
“Deja de revolver en el pasado y dedícate a tu familia”. Con esas palabras sintetizó sus pensamientos, y me sirvió para confirmar que hubo tantos secretos en la familia, que tal vez no me alcance el tiempo para despejarlos todos.
No obstante las dificultades, inicié la búsqueda de los tres hijos de una prima, ya fallecida.
La búsqueda fue más difícil que antes, pues cambiaron muchas veces de dirección. Pero los encontré, sólo a dos de ellos, dos mujeres.
Ellas me dieron más información que mis primos, gracias a sus recuerdos pude armar sus historias y pude ponerle rostros a sus figuras.



Luisa Chantalat y sus hijos.




Luisa Chantalat y Carmen Sanson.




Luisa Chantalat en el circo.




Pedro y Luisa Chantalat.




Carmen Sanson en el circo.



Luisa Chantalat , Carmen Sanson y Lydia Chantalat-Greco.




Hermanos Sanson.



Primos Sanson.



Martín Chantalat-Espinosa



Con ellas pude confirmar mi hipótesis, que giraba desde tiempo atrás en mis pensamientos:
Los abuelos tenían o trabajaban en un circo. Nunca supieron el nombre del circo. Comencé
otra investigación paralela, conocer cual fue el circo de los abuelos.
Leí libros sobre el tema , entrevistas a personas relacionadas con la actividad circense, sin ningún resultado positivo hasta el momento.
Sólo pude hacer un itinerario tentativo del recorrido del circo entre 1893 a 1918, ya que sus hijos nacieron todos en diferentes pueblos o ciudades. Pude conseguir partidas de nacimiento de los hermanos de mi padre, de acuerdo a la información que me fueron brindando los familiares encontrados, de esta manera pude inferir que su recorrido fue dentro de la Provincia de Buenos

Aires.







El color rojo indican los lugares donde el circo estuvo con seguridad.
El color azul indica el posible trayecto que realizó el circo.


En cierto momento me di cuenta que tenía la información casi completa de mis tíos y de mis primos, pero no podía avanzar en la búsqueda de mis abuelos. Pasaron casi dos años de búsqueda tras búsqueda sin ningún tipo de resultado.
En el Censo Nacional de 1895, encontré a mi abuela, pero con el apellido de su pareja en ese momento y dos de sus hijos.
También encontré a quien supuse fue mi bisabuela, pero no tuve forma de confirmarlo hasta
hace muy poco, en el Censo Nacional de 1869 y allí aparecieron, mis bisabuelos y mi abuelo con 2 años, junto con dos hermanos.
Esto es lo que tengo hasta el momento sobre mi familia paterna.
Espero, que muy pronto pueda agregar, más datos, más información, pues mi búsqueda no termina acá.